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miércoles, 27 de abril de 2011

ADIÓS A LA CALVICIE part 1

La pérdida de cabello ha sido preocupación del hombre desde hace miles de años, de ahí que haya ideado pelucas, postizos y más. Sin embargo, sería hasta el siglo XIX que incursionó en técnicas para colocar cabello en sustitución del perdido; los métodos han evolucionado hasta nuestros días con cada vez mejores resultados.

Para mucha gente es así: al caerse el cabello también se pierden otras cosas, como juventud, presencia, virilidad e, incluso, potencia sexual; pero la que en realidad se ve afectada es la autoestima. Causas de la pérdida hay muchas, habiendo varones que combinan varias de ellas, de las cuales podemos mencionar las siguientes como las más importantes:



Hormonas. Algunos hombres tienen más hormonas andrógenas (principalmente testosterona) que otros, lo cual incide en la inhibición del funcionamiento normal de la raíz que da origen al cabello; se presenta en 95 % de los casos, y es de carácter hereditario.
Lesiones. Se conoce también como alopecia cicatricial y ocurre cuando la raíz que da origen al nacimiento del cabello es lesionada por quemaduras o cortaduras y, por tanto, evita que crezca cabello.
Temporal. Hay pérdida provisional del cabello sin que la raíz que lo genera sufra daño alguno. Se debe a nerviosismo, cambios hormonales o alimenticios y acumulación de grasa en el cuero cabelludo.
Areata. Se refiere a la pérdida de cabello en una zona concreta (cuero cabelludo o barba). En este caso, la cabellera suele reaparecer en unos meses, excepto en personas con calvicie extensa.
Enfermedad. La caída puede ser consecuencia de tratamientos para el cáncer (quimioterapia y radioterapia) u otra enfermedad grave; igualmente, ciertas infecciones por bacterias u hongos provocan caída del cabello, así como el consumo excesivo de vitamina A (retinol).
Lo cierto es que cuando el folículo piloso (raíz) muere, el cabello no crecerá de manera natural en esta área, aun y cuando existen en el mercado productos que prometen hacer renacer el cabello, los cuales en su mayoría tienen resultados poco alentadores.
No todo está perdido
Siempre han existido alternativas para la calvicie, sin embargo, los primeros pasos científicos se dieron en Europa, cuando en 1804 se trasplantó con éxito áreas pilosas en animales y en 1822 se introdujo la técnica de autotransplante de pelo, es decir, utilizando el del mismo paciente, pero todavía en animales.
Ya en el siglo XX, en 1939, el japonés Shoji Okuda diseñó un bisturí circular al que llamó trépano y que servía para obtener porciones de pelo (les llamó punch), las cuales llevaba a otras zonas del cuero cabelludo donde no había. Veinte años más tarde, el dermatólogo estadounidense Norman Orentreich desarrolló una técnica de injerto con pelo propio que, básicamente, deja calva la zona donante y la receptora toma aspecto artificial y antiestético, conocida como "pelos de muñeca", la cual hoy en día todavía se utiliza.

Los intentos por parte de especialistas no se detuvieron ahí, y hubo algunos experimentos que tuvieron más fracasos que éxitos, como los llamados colgajos por transposición, por medio de los cuales se cubrían las zonas alopécicas con una tira de piel en lugar de utilizar los punch; el aspecto obtenido era antinatural, pues la orientación original del cabello era modificada y presentaba una cicatriz frontal antiestética.
Otra técnica era la denominada de expansores, que consistía en introducir por medio de cirugía microbolsas inflables debajo del cuero cabelludo donde había un poco de cabello (principalmente a los costados de la cabeza), a las cuales se administraba aire paulatinamente durante ocho semanas; el efecto producido era más que antiestético y el objetivo de que hubiera cabello donde se había caído no so logró nunca, sino que hacía parecer que había más donde en realidad era poco.
El siguiente paso tampoco cambió el rumbo de la historia, pues se trataba de implantar cabello artificial, técnica que fue prohibida por las autoridades de salud de Estados Unidos en 1979, después de que se demostró en gran número de casos que el cuero cabelludo era dañado por el implante de cabellos y fibras artificiales.
En 1984 el Dr. Emanuel Merrit presentó una técnica para implantar cabello que tomaba como base dos técnicas antiguas: los punchs y los colgajos interpuestos. Así, el proceso consistía en obtener una serie de punch de una zona donante del paciente (generalmente los costados y la parte posterior de la cabeza) y los separaba en unidades foliculares de 1 o 2 cabellos (a éstos los denominó microinjertos) y hasta 3 o 4 (los llamó miniinjertos). Lo siguiente fue implantar las unidades en las áreas alopécicas y dejar que se adaptaran y crecieran como lo hacían en la zona de donde fueron tomadas; los resultados fueron alentadores, pero no definitivos, pues aunque pequeñas las cicatrices seguían siendo evidentes.
Cabe destacar que esta técnica resulta interesante opción para casos de alopecia cicatricial, es decir, aquellos con un tejido receptor con poca irrigación sanguínea, ya que los folículos transplantados estimulan el incremento del tejido conjuntivo (responsable de fijar, separar y recubrir todos los órganos), lo que ayuda a posteriores implantaciones.

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